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Seastar 7x50 de Omegon: del mar al infinito

Los binoculares marinos, con una apertura de 50 mm y factor de aumento de 7, son muy apreciados, incluso para observación terrestre y para usar en actividades al aire libre.

Omegon Seastar 7x50 Blau Stehend Holz

Con 50 mm de apertura y x7 aumentos, los binoculares marinos son muy populares, y no solo para navegar. Son muchos los amantes de la naturaleza y de las actividades al aire libre que se decantan por este instrumento.

Los binoculares marinos deben su gran popularidad a su apertura de objetivos, de 50 mm, y factor de aumento, de 7, que los hacen aptos para otras disciplinas además de la navegación. Cuenta con muchos adeptos entre los amantes de la naturaleza y de las actividades al aire libre. Su pupila de salida de 7 mm ofrece una imagen luminosa. Y, ¿a quién no le gustaría poder seguir con sus observaciones al caer la noche o con malas condiciones lumínicas? Los Seastar 7x50 de Omegon son unos binoculares todoterreno a un precio asequible. Motivo más que suficiente para que nuestro cliente Phillipe Ledermann haya sometido este modelo a un análisis en profundidad...

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El equipamiento

Las opciones que nos encontramos al buscar unos binoculares marinos de 7x50 razonables y completos por debajo de 150 euros no son precisamente numerosas. Salvo por un par de instrumentos poco conocidos, solo puedo enumerar los Nautic de Bresser, los Marine de Praktika, los Offshore de Tasco y los Seastar 7x50 de Omegon.

Se suministran con bolsa de transporte, correa, tapas para las lentes y cinturón de flotación.

Además, los binoculares revestidos de goma traen de serie un equipamiento completo: brújula retroiluminada, escala con ajuste de precisión horizontal y vertical, anillo para calcular distancias, conexión para trípode y, para ponerle la guinda al pastel, una óptica razonablemente buena, algo que no es fácil de encontrar por este precio.

Junto con el cinturón de flotación, el instrumento listo para usar pesa alrededor de 1 kg, por lo que es considerablemente más ligero que los Navigator de Steiner (aproximadamente 1,35 kg).

El enfoque no se ajusta como suele ser habitual en los Seastar 7x50, es decir, individualmente en cada ocular, sino al estilo clásico, de manera centralizada mediante una rueda de enfoque  con compensación de dioptrías en el ocular derecho. Se trata de un enfoque común, denominado abierto, que desliza ambos oculares abiertamente a lo largo de unos tubos guía, como en los Ocean Pro de Nikon.

La brújula integrada

La brújula analógica va dispuesta, casi imperceptiblemente, en el tubo izquierdo. La inserción es muy precisa. La graduación con líneas va de grado en grado, y con letras de 10 en 10 grados. Tanto líneas como letras están en negrita, pero no excesivamente gruesas, por lo que el hueco entre las líneas permite leer correctamente los intervalos de 0,5 grados. Como con todas las brújulas analógicas, el rango de funcionamiento vertical (inclinación) va de unos -5° a +10°.

La brújula está perfectamente integrada; durante el día funciona con poca luz, ya que el indicador es lo suficientemente brillante y bien legible, siempre que la pupila esté correctamente colocada; además, la luminosidad se distribuye de manera uniforme. El punto óptimo de legibilidad se encuentra inclinando los binoculares ligeramente hacia arriba unos 3 grados.

Cuando es necesario, sobre todo por la noche, la brújula se puede retroiluminar en rojo con solo pulsar un botón.

La retroiluminación funciona con 2 pilas LR43 de 1,5 V. La luz roja es muy brillante, por lo que llega a alcanzar el centro del campo visual por la parte inferior.

En los desplazamientos horizontales rápidos, de 120 grados, por ejemplo, la brújula presenta inercia de media a baja, con oscilaciones de 10-15º que cesan al cabo de 2 segundos. La precisión es de 0 a 3 grados, en función de la inclinación.

La escala

Presenta 14 tramos verticales y 16 horizontales, todos ellos numerados de forma discreta pero fácilmente legible en todo el campo visual con un fondo brillante. El anillo de medición de distancias funciona con suficiente suavidad.

La prueba acuática

Tras una cuidadosa prueba en el lavabo, pude comprobar que los binoculares nadan, incluso sin el cinturón de flotación. Tras una corta inmersión a una profundidad de 10 cm (durante menos de 1 minuto), tanto la óptica como la brújula seguían secas y no pude apreciar ninguna señal de empañamiento en las lentes, ni siquiera usando el secador de pelo.

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Rendimiento óptico

Resolución, nitidez en los bordes de la imagen y profundidad de campo:

debo confesar que la nitidez de la óptica de los Seastar de Omegon me ha impresionado, sobre todo teniendo en cuenta el precio del instrumento.

Pude distinguir

  • las plumas y patas de una mosca a 15 m de distancia,
  • las agujas individuales de un abeto contra el cielo claro con absoluta precisión a 70 m,
  • los granos de las tejas de la cumbrera de un tejado, con y sin musgo, a 120 m,
  • hojas individuales de un árbol a entre 200 y 400 m

con precisión, sin necesidad de dejar nada a la imaginación, tanto a plena luz del día, como más de 20 minutos después de la puesta del Sol (en julio).

Otro detalle que me sorprendió es que no tuve que reajustar nada en un rango de 50 a casi 300 metros. Solo a 400 m tuve que tocar un poco la rueda de enfoque, para mejorar la nitidez y conseguir una imagen óptima.

La nitidez en los bordes (en ambos oculares a la vez) es de entre el 60 y el 80 %. Lo describiría, con referencia al radio, como del 70 % en la parte superior, del 80 % a la izquierda, del 60 % a la derecha y del 70 % abajo (en el ocular izquierdo hasta el campo de la brújula, en el derecho algo menos). Lo importante es que la pérdida de nitidez hacia el borde es muy suave, por lo que prácticamente no se percibe durante la observación.

Por la noche, las estrellas se ven claramente puntiformes, y aquellas más brillantes prácticamente sin efecto halo; además, la diferencia de color entre las superestrellas azules y las gigantes rojas también es notable.

Contraste, brillo y luminosidad

En lo que a la observación de la Luna respecta, los accidentes más claros/oscuros, como cráteres y montes en el borde del disco lunar, se ven tridimensionales sin mayor esfuerzo y con gran precisión, a pesar de que el factor de aumento no es demasiado grande. Prácticamente no pude percibir aberraciones cromáticas en el borde, incluso haciendo un gran esfuerzo por detectarlas.

Para la prueba de contraste con luz diurna, usé como objeto de observación una malla de alambre plateada con filigranas a la sombra a una distancia de aproximadamente 50 metros contra un fondo del mismo color (gris con sombras plateadas). En estas condiciones, el ojo humano no es capaz de distinguir absolutamente nada.

Sin embargo, los Seastar 7x50 de Omegon ofrecen unos resultados sobresalientes: pude visualizar casi todo el enrejado de la malla de alambre extremadamente fina.

Mientras que 20 minutos tras la puesta del Sol la tasa de reconocimiento ronda el 75 %, tan solo 10 minutos más tarde cae a aproximadamente el 50 %. En ese momento, al reducirse la luminosidad, los detalles más delicados, como el musgo plateado sobre los postes de la verja a la sombra, ya no son reconocibles. Pero, por lo demás, todavía se puede disfrutar de muchos matices cromáticos. Los tonos grises empiezan a cobrar protagonismo más o menos 45 minutos tras la caída del Sol. Los rojos se tornan marrones y los detalles verdosos terminan por desaparecer por completo una vez transcurrida prácticamente 1 hora tras el ocaso.

Me sorprendió todo el contraste que estos binoculares económicos eran capaces de ofrecer 45 minutos tras el atardecer. Al observar la vegetación, donde el ojo solo puede identificar unos pocos centenares de matices grises verdosos, con estos binoculares es evidente que esa cifra asciende a varios miles. En mi opinión, diría que su rendimiento comparado con los Victory 8x56 de ZEISS (que cuestan 10 veces más) es a lo sumo tan solo un 10 % inferior. En una comparación directa de ambos instrumentos, su imagen se diferenciaría más bien por la luminosidad y la amplitud del campo visual (no olvidemos que ZEISS ofrece una imagen panorámica única de grandes dimensiones).

No es hasta una vez transcurridos entre 45 y 60 minutos tras la puesta del Sol que las prestaciones de los binoculares supercaros de referencia empiezan a ser incuestionables y cada vez más notables, mientras que los Omegon empiezan a tener dificultades. Con todo, hasta ese momento son un fiero contrincante, sobre todo en lo que al precio se refiere.

Por el día, las diferencias en el rendimiento cromático son prácticamente indetectables. Los binoculares de Omegon ofrecen colores potentes, brillantes y llenos de matices a lo largo y ancho de todo el espectro cromático. Este brillo combinado con la excelente nitidez se traduce en una imagen impecable, uniformemente luminosa y cómoda de observar con mucha espaciosidad (efecto 3D).

Quizás la única crítica sea relativa al campo visual, que podría ser más amplio. Aun así, es suficiente para evitar el efecto túnel durante la observación.

Distorsiones geométricas

Como todos los binoculares, los Omegon tampoco están libres de aberraciones ópticas en las líneas horizontales y verticales, sobre todo en el borde del campo visual. Se manifiestan en los extremos de la imagen: el superior está ligeramente curvado hacia arriba y el inferior hacia abajo. Pero esta curvatura o abombamiento al trazar los giros correspondientes no supone ningún problema, porque, en el mar, el horizonte y los objetos observados se encuentran en una zona de la imagen que se ve nítida y libre de distorsiones.

Ni siquiera afecta para la observación en aguas interiores o en tierra firme, salvo que los binoculares sufran sacudidas fuertes, algo que no suele ocurrir en condiciones de observación normales.

De hecho, los Seastar de Omegon resuelven este problema realmente bien, porque, por un lado, estas distorsiones empiezan lejos en el borde de la imagen y, por otro, son poco perceptibles.

Comodidad de observación

Los binoculares Seastar de Omegon están dotados de lentes más que generosas en los oculares y de un sistema de compensación de dioptrías que, según mis cálculos, rondará las +/-3 dioptrías. Con –3,5 puedo arreglármelas con estos prismáticos. Está en la media. La separación interocular que pude medir es de 72 mm.

En el ocular derecho no encontré ninguna pega, pero en el izquierdo la óptica es más sensible cuando la pupila no está bien centrada. Si se desvía un par de milímetros hacia la izquierda, en la esquina inferior derecha se ve una falsa imagen.

Incluso si la posición es óptima, el borde negro se ve un poco difuminado. Las superficies internas de los tubos están completa y correctamente pintadas de negro, por lo que no se producen reflejos en el interior.

Para conseguir buenos resultados se necesita ajustar con precisión la distancia interocular, las dioptrías y el relieve ocular, Así que hay que dedicar cierto tiempo a encontrar la configuración óptima y anotar o memorizar dichos valores. De este modo conseguiremos ahorrar un tiempo muy valioso en la siguiente sesión de observación.

Yo uso gafas, así que aprecio las anteojeras invertibles. Gracias al gran tamaño de las lentes de los oculares, la restricción del campo visual es mínima. En mi opinión, se ve mejor sin gafas con las anteojeras replegadas, porque la imagen es más envolvente y mejora la visión estrecha, aunque aumenta ligeramente el riesgo de sombras en los párpados.

Sin duda, el ajuste es tan bueno, que ambos ojos transmiten al cerebro una información óptica clara y coherente. No se necesita ni el más mínimo tiempo de ajuste; el momento en el que las pupilas llegan a los oculares, empiezan a recibir una imagen absolutamente clara, exacta y brillante.

Si los binoculares están bien ajustados, garantizan una observación cómoda sin impedimentos durante mucho tiempo.

El manejo

Por un lado, las sesiones de observación largas se hacen más llevaderas gracias a su ligereza pero, por otro, tienen peso suficiente como para generar la inercia necesaria en trayectos por aguas en movimiento.

Dada su forma alargada, estos prismáticos son pesados en la parte delantera. Como las manos quedan cerca de los oculares, hay que jugar con las muñecas para mantener los objetivos ligeramente elevados. Si las manos se colocan más cerca de ellos para encontrar un equilibrio, el botón de la retroiluminación queda fuera de alcance. Por eso, este botón funciona con suma suavidad y su accionamiento no produce vibraciones en la imagen.

El revestimiento de goma es claramente liso, pero de fácil agarre. Los dedos índices se colocan sobre una amplia superficie rugosa. No hay moldes para los pulgares en la parte inferior, pero tampoco se echan en falta.

Las anteojeras de goma son de calidad, blandas y envolventes. Además, se repliegan fácilmente para usuarios con gafas o para limpiar los oculares. Pese a la superficie lisa, polvo, pelusas, caspa, etc. se adhieren con facilidad a la silicona.

El cinturón incluye 4 elementos de flotación blandos, así que es más ajustable y cómodo de lo habitual. Aunque el material empleado es grueso, también es blando, por lo que el riesgo de irritaciones cutáneas por quemaduras solares o el salitre se ve considerablemente reducido. El cinturón parece barato, pero es robusto y muy práctico.

La rueda de enfoque de goma de 35 mm es muy manejable. Permite ajustar la nitidez a lo largo de una vuelta y media. En los binoculares nuevos es obvio que el mecanismo necesita cierto rodaje, porque ya a 22 °C chirría ligeramente y se puede oír cómo el tornillo helicoidal del accionamiento absorbe la grasa de lubricación y se mueve, pero va remitiendo con el tiempo. La rueda de accionamiento es medianamente suave y uniforme, sin rebotes.

Omegon Seastar 7x50 Okular Einstellrad

Aunque el corto alcance empieza a unos 5 metros, en estos binoculares el ajuste óptimo se encuentra a partir de los 15 debido al efecto de doble imagen. A partir de ahí, disponemos de aproximadamente 3/4 de vuelta para enfocar hasta el infinito. El proceso de enfoque es totalmente cómodo y exacto, ya que la reducción es correcta y, sobre todo, porque la rueda de enfoque es tan grande, que facilita un ajuste de precisión sin esfuerzos. A esto hay que añadir el hecho de que la enorme profundidad de campo no exige demasiado en términos de ajuste de la nitidez.

El clásico enfoque abierto también funciona de maravilla: los oculares están integrados con suma exactitud en soportes metálicos a lo largo de los casquillos de guiado sin el más mínimo riesgo de basculación.

El ajuste de las dioptrías va perfecto, moderadamente duro. El eje central para ajustar la separación interocular está todo lo duro que debe estar y funciona uniformemente, lo que apunta a una estrecha tolerancia de fabricación.

Resumen de las prestaciones

Todo en los Seastar de Omegon funciona bien, sin esfuerzos y con la precisión que cabe esperar de unos binoculares de calidad. Son fáciles de manejar y garantizan la comodidad durante la observación, porque ambos ojos reciben informaciones ópticas buenas, coherentes y claras y no hay necesidad de forzar la vista para corregir o distinguir algo para lograr componer una imagen de conjunto a partir de fuentes ópticas insuficientes.

Relación rendimiento-precio

La evolución de los últimos años es clarísima, y los Seastar de Omegon dan buena muestra de ello. Hace tan solo 4-5 años, binoculares baratos eran sinónimo de productos made in China con oculares sueltos, holgura en el mecanismo de transmisión, resolución mediocre, mala nitidez en los bordes, viñeteado, altas tolerancias de fabricación, accesorios de pésima calidad y más problemas del estilo.

Entre tanto, parece que los talleres ópticos, al menos algunos, se han puesto al día tanto con su maquinaria, como con su personal y han implantado controles de calidad. Este desarrollo unido a la moneda china, mantenida a la baja de forma artificial, se ha traducido claramente en un estrechamiento en la brecha que separa la calidad y el rendimiento de los binoculares básicos y los de clase intermedia. Naturalmente, son muchas las excepciones.

Si bien el dicho aquel de que "uno recibe aquello por lo que paga" sigue siendo vigente, su ámbito de aplicación se ha reducido mucho.

Conclusión

Por unos 150 euros se consiguen unos binoculares marinos totalmente equipados con una óptica bien equilibrada y sin puntos débiles. La diferencia con los prismáticos de alta gama, mucho más caros, no reside tanto en el rendimiento óptico, sino en la limitación del campo visual y de la transmisión lumínica.

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