De visita al esquimal
La mayoría de los objetos del cielo profundo requieren un firmamento muy oscuro, pero la nebulosa del Esquimal también se puede observar desde entornos urbanos.
La mayoría de los cúmulos estelares, nebulosas y galaxias, que se engloban bajo el término genérico "objetos del cielo profundo", se ven mucho mejor desde el campo, donde se pueden encontrar lugares de observación oscuros. Pero la nebulosa planetaria NGC 2392, conocida con el prometedor sobrenombre de la nebulosa del Esquimal, es una de las pocas excepciones. Y es que se puede localizar incluso con un telescopio pequeño por ejemplo, un refractor de 80 mm.
La nebulosa del Esquimal: fácil de encontrar...
Si bien las fotografías del telescopio espacial Hubble (véase más abajo) son fuente tanto de fascinación como de frustración para los astrónomos urbanos, el objeto NGC 2392 sí que tiene algo especial que ofrecer. Por suerte, en primer lugar cabe destacar que la nebulosa del Esquimal es relativamente fácil de encontrar. La mejor estrategia es la del starhopping: desde Pólux se continúa en dirección suroeste hasta δ Gem o Wasat, una prominente estrella de magnitud 3. A tan solo 2° al este aparece una llamativa cadena dispuesta en forma semicircular de cinco estrellas, de entre las que 63 Gem es la más brillante. Desde ella hay que girar apenas 1º al sureste a través de una región poco poblada, hasta alcanzar una formación estelar que recuerda a una Y. Entonces, hay que explorar la región suroccidental de la misma y concentrar la mirada en un tenue punto de luz de magnitud 9.
... y con un sorprendente efecto de estrella binaria
NGC 2392 tiene una compañera, gracias a la que el descubrimiento de la nebulosa adyacente resulta de lo más emocionante. Cuanto mayores sean los aumentos, mejor se verá cómo la nebulosa del Esquimal acompaña a esta estrella. Su carácter estelar, es decir, puntiforme, contrasta claramente con NGC 2392, que es una mancha difuminada que al final se concentra en un disco nebuloso. Y, de golpe, se despeja cualquier duda sobre por qué se la considera una nebulosa planetaria.
La clave del gran atractivo que la nebulosa del Esquimal tiene para los observadores urbanos reside precisamente en la interacción de ambos objetos como si de una estrella binaria se tratase. El factor de aumento óptimo es de 110. Con una apertura pequeña se pueden distinguir estructuras dentro de la nebulosa que hay a quienes les recuerdan al rostro de un esquimal, aunque el que firma este artículo no ha logrado verlo, ni siquiera con una buena dosis de fantasía. Para eso se necesitan telescopios más grandes, de al menos 300 mm de apertura. En resumen, gracias a su accesibilidad relativamente fácil y al bello efecto de estrella binaria, este es, sin duda, un objetivo que siempre merece la pena visitar en la constelación de Géminis.
Autor: Karl-Peter Julius / Licencia: Oculum-Verlag GmbH