Can Mayor
Descubra por qué en la antigüedad la resplandeciente Sirio era a la vez buen y mal presagio para las personas.
Junto con el Can Menor, el Can Mayor no solo es el leal compañero del gran cazador celeste, Orión, sino también la constelación con la estrella más brillante de todo el cielo nocturno, Sirio. Todo se debe a su cercanía a la Tierra y a su gran potencia lumínica, equivalente a la luminosidad de 25 soles, aunque solo es un 70 % más grande en que nuestro astro rey. Y es que, a tan solo 8,6 años luz, esta brillante estrella invernal ocupa el quinto puesto de las estrellas más próximas a nosotros, con solo un par de enanas tenues por delante.
Su condición de estrella más luminosa le ha granjeado a Sirio un lugar prominente en la literatura fantástica y de ciencia ficción. Luciano de Samósata ya hablaba en su novela de aventuras y viajes lunares Historia Verdadera, fechada alrededor del año 150 y considerada la primera obra de ciencia ficción, de soldados provenientes de un planeta cercano a Sirio que viajaban montados sobre bellotas aladas para luchar en la guerra entre la Luna y el Sol.
Fértil valle del Nilo y tierra quemada
En el Antiguo Egipto el año empezaba con un importante acontecimiento para la agricultura: la crecida anual del Nilo, que fertilizaba la tierra seca de la que dependía el bienestar y la riqueza de todo el imperio faraónico. Dicho acontecimiento coincidía con la reaparición de Sirio en el cielo matutino estival, por lo que la estrella principal del Can Mayor representaba el inicio del año y la llegada de la crecida.
Esta estrella recibía varios nombres: los egipcios la llamaban Sopdet en egipcio o Sotis en griego, mientras que los griegos la conocían como Seirios. En la Ilíada de Homero la luminosidad de Sirio era comparada con la brillante armadura de Aquiles. El término "canícula", que designa los días más calurosos del verano, se acuñó en la antigua Grecia. A diferencia de lo que representaba para los egipcios, para los griegos esta estrella traía un mal augurio, ya que representaba la llegada de los calores insufribles que secaban y quemaban la tierra.
Cúmulos estelares y astros exóticos
Dada su proximidad a la poco apreciable Vía Láctea invernal, el Can Mayor está formado principalmente por cúmulos estelares abiertos, entre los que cabe destacar M41 (observable a simple vista), NGC 2360 y NGC 2362. Los aficionados a las nebulosas difusas y tenues se deleitarán con NGC 2359, también conocida como el Casco de Thor, en la que una estrella gigante de considerable tamaño lleva unos 100 000 años expulsando las capas exteriores de su atmósfera. Se trata de una de las dos nebulosas de Wolf-Rayet, visibles con telescopios básicos.
Otra joya exótica de la constelación es VY CMa; esta supergigante roja variable es una de las estrellas más grandes que se conocen. Su diámetro es 1400 veces el del Sol, por lo que, si estuviera dentro de nuestro Sistema Solar, sobrepasaría la órbita de Júpiter. También es 300 000 veces más luminosa que nuestro Sol.
Autor: Nico Schmidt / Licencia: Oculum-Verlag GmbH