El Cisne
Esta prominente constelación estival incluye a Albireo, la estrella binaria más bella, y grandes y desafiantes nebulosas.
El Cisne es una de las constelaciones más visibles del verano. Aunque, como ocurre casi siempre, no es fácil identificar a primera vista la figura que da nombre a la constelación, en este caso uno se imagina inmediatamente un cisne volando con las alas desplegadas. Su forma de cruz grande, razón por la que a veces se la llama la Cruz del Norte, como contraparte de la conocida constelación del cielo austral, facilita la visualización de la figura del animal. El eje vertical de la cruz representa el cuerpo alargado del cisne. Deneb marca la cola (α Cyg), Sadr (γ Cyg) el pecho y Albireo (β Cyg), al final del largo cuello, la cabeza. Estrellas igualmente brillantes representan las anchas alas del animal en el eje horizontal.
El padre de los dioses
Mitológicamente, la constelación tiene su origen en una de las muchas aventuras amorosas de Zeus. El jefe del Olimpo se transformó en un cisne, sedujo a la reina de Esparta, Leda, y tuvo dos hijos con ella: Cástor y Pólux, inmortalizados en la constelación de Géminis. La historia de un hijo del dios de los mares, Poseidón, es menos conocida. Le llamaron Cicno (Cygnus en latín, que significa cisne) después de que unos pescadores encontraran al niño en la playa rodeado de estas aves. Más tarde, Cicno luchó contra los griegos en la guerra de Troya, pero murió en la batalla a manos de Aquiles, por lo que fue inmortalizado en el cielo nocturno en forma de cisne.
Popurrí de nebulosas
Para los aficionados a la astronomía, el Cisne brinda una oportunidad maravillosa para descubrir las diferentes etapas en la vida de una estrella y, encima, sin necesidad de telescopios con grandes aperturas. Dado que la banda de la Vía Láctea atraviesa de lleno esta constelación estival, contiene nebulosas de gas, cúmulos estelares y nebulosas planetarias, entre otros muchos objetos. El nuevo nacimiento más famoso de la constelación es la nebulosa de Norteamérica (NGC 7000), que debe su nombre a las similitudes que presenta con el continente norteamericano. Dado su tamaño, de pocos grados, se recomienda usar un telescopio pequeño que pueda abarcar un campo de 3 a 4°, así como un filtro para nebulosas.
Por otra parte, el Cisne también da buena cuenta de lo que ocurre al final de la vida de un astro. La nebulosa del Velo (NGC 6992/5 y NGC 6960), situada en el ala oriental, es un impresionante ejemplo de los restos de un sol de enormes proporciones que explotó en una potente supernova. Para su observación se recomienda un telescopio con un gran campo visual y un filtro para nebulosas; en lugares de observación muy oscuros, parte de la nebulosa puede verse incluso con prismáticos (véase también "El cielo de Stoyan" en esta entrega).
Autor: Nico Schmidt / Licencia: Oculum-Verlag GmbH